sábado, 29 de septiembre de 2012

Mi Primera Vez (II)



A la mañana siguiente, Óscar no paraba de mirar a Claudia y la belleza que radiaba estando dormida. Se quedó quieto a su lado, frente a ella, mirándola y contemplándola. Claudia abrió sus ojos y sonrió al percatarse de que Óscar estaba envuelto en las sábanas, petrificado mirándola.

¿Qué hora es? –Dijo ella somnolienta.

La hora de despertarse, bella durmiente. Tenemos que asistir a las clases de hoy. –Le contestó Óscar.

El padre de Óscar, salió fuera de la casa a recoger el correo del buzón. Allí había un sobre grande para él que esperaba ser abierto. Al abrirlo, leyó una nota y  se quedó mudo al ver imágenes de su hijo involucrado en un incendio de un antiguo anticuario de La Roseta. Inmediatamente subió.

Irrumpió en el cuarto de su hijo y se encontró con una imagen un tanto difícil de asumir: Acaba de ver a su hijo, en su cama, con su mejor amiga, tapados por una sábanas.

¡Papá! –Gritó Óscar.

Mi culpa, ya salgo. –Y salió trancando la puerta.

Mientras tanto, Mario estaba desayunando en la mesa del comedor de su casa, disfrutando de la compañía de su padre.

¿Nervioso? –Preguntó su padre.

¿Yo? ¿Por qué iba a estarlo? –Le contestó Mario con otra pregunta.

Por tu primer día de rodaje.-Le respondió su padre.

No, para nada. Ya estoy acostumbrado. Además, conozco a gran parte del reparto, así que no será un problema.- Le comentó.

Bueno, ¿y qué tal ayer con Jennifer? – Le preguntó.

¡Bien! Nos pusimos al día y eso. La verdad, es que la extrañaba muchísimo. Es un pilar importante en  mi vida. No sé cómo pude olvidare de ella y perder el contacto así de fácil…-Le dijo Mario.

Hijo, sé que no me incumbe, pero…-Hizo una pausa incómoda- ¿van bien las cosas con Manuel?

¿Por qué lo preguntas? ¿No se suponía que tanto tú cómo mamá no queríais que yo os saliese sarasa? –Al ver la mirada de desconcierto de su padre, continuó- Pues ya está. –En realidad, no aguantó más y estalló- No sé qué es lo que quiero papá, estoy confuso. Amo tanto a las mujeres como a los hombres. No encuentro un término medio.

Hijo, creo que tus sentimientos por Manuel son muy fuertes y que pasara lo que pasase entre ustedes, estás intentando reemplazarlo, sin haber aprendido primero a olvidarlo para poder hacer borrón y cuenta nueva. Deberías plantearte en qué punto de tu  vida te encuentras, qué es lo que quieres y cuál es el camino que deberías seguir. Estás confuso y tal vez te cueste tomar una decisión, pero recuerda, que seas lo que seas, siempre seré tu padre y te querré como tal. No te avergüences de quién eres –le dijo dándole una palmada en la espalda.

Óscar antes de irse a clase y salir de la casa, justo ya en frente de la puerta de la entrada de la casa, decidió retroceder e ir a dónde su padre estaba en la cocina, frente al pollo y la encimera, bebiendo una taza de café de pie, ante la ventana.

Papá, siento mucho que nos vieras…-Comenzó a decir Óscar.

No hace falta que te disculpes. Yo entré sin avisar.-Le dijo.

¡En eso tienes toda la razón, papá! –Afirmó.

De todos modos, quiero dejar las cosas bien claras…-Dijo dándose la vuelta, con la vista puesta al frente, en su hijo- Mientras vivas bajo mi techo, acatarás mis normas. No quiero que se vuelva a repetir esta escena. ¡No quiero que mi casa se convierta en un picadero!

Pero, papá…-Le replicó.

¡Pero nada! –Alzó la voz- Quiero, que me prometas que esto, no volverá a ocurrir. ¡Venga, promételo!
Papá, pero…-Al ver la mirada desafiante de su padre cedió- Lo prometo- dijo con desgana y la cabeza gacha.

Vale. Ahora, quiero que cojas ese sobre que está al lado del microondas y me expliques, qué hacías tú allí. –Respondió.

¿Qué hacía dónde? –Preguntó extrañado.- Abrió el sobre y leyó la nota: “Las influencias de su hijo le llevan a límites insospechados”, firmado enigma. Entonces, sacó las fotos del sobre y comprobó que se trataba de fotos fuera del anticuario cuando estaba en llamas.

Papá, no es lo que parece…-Dijo.

¿Ah, no? Podrías explicármelo. Por lo que a mí respecta, parece que a mi hijo le gusta tener como hobby, ir por ahí incendiando los locales de los vecinos de nuestro pueblo –Contestó cabreado.- ¿Sabes en el problema que puedo meterme si se entera algún oficial de la policía de esto? No eres un ciudadano más, es hijo de un policía y debes cumplir la ley.

Pero fue una trampa. ¡Nos dieron una llave para que fuésemos  a recoger algo de allí y casi nos calcinan vivos! –Gritó Óscar.

¿Quién? –Preguntó.

Papá he de ir a clase, no tengo tiempo para explicarte esta historia, pero solo te pido que me creas, por favor. –Le pidió.

Lo haría, pero me has dado motivos para desconfiar.- Se dio la vuelta.- Ah, por cierto, a partir de hoy, vete despidiéndote de esas amistades que tienes. ¡No quiero volver a verte con ellos! –Le dijo.

¡No puedes hacerme esto, no puedes obligarme! –Gritó.

Sí puedo, soy tu padre, que no se te olvide…-Le respondió.

Óscar, mosqueado, salió como alma que llevaba el diablo de allí.

En el set de rodaje  PopStar en Telecinco, Mario estaba a punto de grabar una de sus primeras secuencias para la serie.

¿Sabes lo que tienes que hacer? –Le preguntó el director.

Sí, lo sé. Hago el playback de la canción grabada semana pasada y paseo por los pasillos del instituto, ¿cierto? –Se asegura.

Claro, ya sabes, haz que tu personaje cobre vida. Recuerda que depende de este episodio piloto, continuará la serie o no…-Le presiona.

Empieza a sonar la música de “Te miro a ti” de David Bisbal y Miley Cyrus, versionada por Mario. Se limita a perseguir a Jennifer por lo ficticios pasillos de un instituto, mientras la cámara les graba.

Manuel, que se acababa de colar en el set, pudo ver la escena. Manuel, sin embargo, se quedó extrañado, pues pudo ver algo en los ojos de Mario, que no le dio confianza. Tenía un brillo más intenso de lo normal. Lo peor es que Manuel sabía que tenía algo que ver con la actriz que grababa esa secuencia con él. Continuó caminando por un estrecho pasillo sin que nadie se diese cuenta y llego al camerino de José, el coreógrafo de la serie. Entró con total sigilo. Contempló  el lugar, abrió el cajón que había debajo de un espejo enorme, parecido al de un salón de belleza, sacó de su bolsillo el colgante que le robó. Después de mirarlo entre sus manos un rato lo puso en el cajón y lo cerró. Su corazón se desbocó al ver a José detrás de él cuando alzó la mirada al espejo. 

¡José! ¡Qué alegría verte! –Dijo Manuel.

¡Así que fuiste tú el ladrón eh! –Se limitó a pronunciar en un tono un poco siniestro.

¿Ladrón? No, no, se trata de una simple  y ridícula confusión. Verás, te vas a reír cuando te cuente…-Empezó a decir Manuel.

¡Me robaste el colgante! ¡Admítelo! –Gritó.

¡Sí! Te lo robé, pero no es lo que parece…-Dijo.

José se acercó a él hasta quedar frente a frente a él, dónde pudiera sentir cómo respiraba y el aire de su respiración le daba en la cara.

¿Ah, no? Estoy dispuesto a oír tu explicación…-Le dijo con una mirada acojonante.

Verás, te sustraje el colgante porque quería tener un motivo para poder volver a vernos…-Le dijo rápidamente y cerrando los ojos temiendo recibir un puñetazo.

¿En serio? –Preguntó extrañado José.

¡Sí! Me dijiste que ya me avisarías, así que para volver a vernos, te lo quité con la esperanza de volver a vernos, pero luego pensé que quizás fue  un acto cruel, que podría tratarse de un objeto al que le tuviesen algún valor sentimental o algo y vine a devolvértelo. –Contestó Manuel.

Entonces, ¿esto quiere decir que vamos en serio? –Preguntó José.

¡Claro! Tú me importas, ¿lo dudabas? –Mintió Manuel para sacárselo de encima y huir de la situación. -Bueno, he de irme a clase…

Observó cómo se sentó en la silla, frente al espejo  con cara de abrumado. Entonces, no pudo evitar preguntar qué pasaba.

Ey, ¿ocurre algo? –Preguntó Manuel.

No es nada importante. –Contestó José.

Si puedo ayudar, ya sabes, solo tienes que decírmelo.-Le comentó.

No puedes, a menos que seas una chica, quepas en un 38 de zapatos de tacón y estés dispuesto a cantar “Lo hecho está hecho” de Shakira en capela…-Le respondió a la vez que se levantaba y abandonaba su camerino.

¡Tranquilo, eso de travestirme no va conmigo! –Gritó. Entonces observó un vestuario sobre la cama.

Ha quedado increíble chicos, habéis estado perfectos. ¡Seguid así! –Dijo el director de la serie.

Bueno, ¿no piensas invitarme a tomar algo esta tarde? –Le dejó caer Jennifer a Mario.

De acuerdo, solo si admites que he estado mejor que tú  rodando hoy…-Comentó.

Eso estará algo difícil.-Le respondió y se echaron a reír.

Apareció José de inmediato.

¿Dónde está Cristina? ¿No ha vuelto aún? –Preguntó
.
Nadie respondió.

Lo suponía, necesitamos empezar a grabar su performance y después de una semana dura de ensayo, no aparece…-Comentó algo molesto mientras tomaba unas anotaciones en una libreta.

Uno de los ejecutivos que allí trabajaba, se acercó a José.

Señor, ya está todo listo, acaba de salir de maquillaje.-Le dijo.

¿Estaba en maquillaje y no fui informado? –Preguntó- Dile, que ya estamos preparados para rodar la escena.

Mario sacó una botella de agua de su mochila y  empezó a observar cómo rodaban la secuencia siguiente.
El director dio la señal a los cámaras.

¡Acción! –Gritó.

Empezó a sonar la canción de “Lo hecho está hecho” de Shakira, pero instrumental. Una voz que no era la de Cristina precisamente, empezó a escucharse.

Todos empezaron a observar la situación y de pronto vieron en medio del salón de actos ficticio del plató una silueta bajo las luces de los focos y de los bailarines que empezaban a bailar a su alrededor. De repente, Unos focos iluminaron a la persona, y Mario escupió el agua en ese momento.

¿Estás bien? –Preguntó Jennifer.

Sí, perfectamente…-Respondió él sin apartar la vista.

Sobre el escenario había un Manuel bastante transformado: Un vestido negro, ajustado de parte baja corta, un bronceado perfecto, un maquillaje que no mostraba ni una imperfección de su piel, una melena larga de color castaño y unos zapatos de tacón negros con detalles blancos. Como si de un milagro se tratase, supo ajustarse a la coreografía y cantar a través del pinganillo que tenía colado en el vestido.

Esa no es Cristina –Dijo José.

¿Entonces quién es? –Preguntó el director.

Es un amigo. La verdad es que no sé cómo…-No pudo terminar pronunciando palabra después de presenciar semejante momento que colaba.

Y, ¡corten! –Ordenó el director. Se levantó de su silla y se acercó a Manuel en el escenario. –Has estado magnífica, ¿quién eres?

De pronto se quitó la peluca –Manuel, señor, soy Manuel- le dijo y le estrechó la mano.

El director se quedó perplejo.

José inmediatamente subió y acudió junto a ellos.

¡Ha sido todo culpa mía! La actriz que tenía que hacer la secuencia no vino y le dije irónicamente que hiciese esto y no sé cómo se ha atrevido…-Comenzó a decir José.

¿Es un chico? –Preguntó el director mirando a José.

Lo siento, señor. –Comentó.

¡Un chico! Es fantástico, tengo que hablar con Henry (el guionista), tengo una idea genial. A este personaje le veo futuro, ¡futuro! –Y miró a Manuel- Manuel, ¿te gustaría formar parte del reparto de la serie?

No, no le gustaría –dijo Mario que apareció detrás de él.

No, señor, la verdad es que maquillarme y vestirme de chica, no va conmigo –hizo un gesto muy masculino- ni siquiera por todo el dinero del mundo…-Comentó.

¿Ni siquiera por 3.000 euros al mes? –Propuso el director.

A Manuel le cambió la cara.

¿Cuándo empezamos? –Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Mañana tienes que estar aquí a las doce en punto para filmar tus escenas. –Respondió el director y se fue.

¡Muchas gracias! Eres mi salvador. Te llamaré luego, ¿vale? –Y se fue tras el director.
Mario y Manuel se quedaron solos.

¿Necesitas algo? –Preguntó Manuel- Porque yo quiero quitarme todo este pote de encima y bajarme de esta montaña rusa en la que estoy subido…

¿Cómo debería llamarte a partir de ahora, Manuel o Manuela? –Se burló.- Pensé que contigo no iba todo eso de travestirte, pero ya veo que te encanta ser una reinona.-Dijo.

Puedes llamarme como quieras, tienes permiso. Y no, no va conmigo, pero si me pagan por ello, qué más da…Siempre hay una primera vez para todo ¿no? Si no, mírate tú, que cualquier día mueres atropellado por no decidir en qué acera quieres estar. –Le respondió.
Mario le agarró del brazo.

¿De qué vas? Lo único que tengo que no me une a ti es la actuación y resulta que ahora te vuelves un chico prodigio. ¡Este mundo no está hecho para ti! –Le dijo a Manuel.

¡Suéltame! –Logró que su brazo se escapase de sus garras- Más bien deberías preguntarte qué es lo que temes tú. ¿Acaso temes que al estar yo aquí, te des cuenta de que estar con esa chica es una forma de evadirte de mí? –Se acerca a su oído y le susurra- A quién quieres es a mí, a quién amas es a mí. Podrás engañar a tu cerebro, pero no a tu corazón –Puso una mano sobre su pecho y los dos se miraron fijamente.
Jennifer interrumpió el momento.

¿Mario? Te llama el director. –Dijo.
Sí, voy – y Mario se fue.

Jennifer no apartaba la vista de Manuel.

El timbre que daba el comienzo de la clase de física empezó a sonar. Claudia y Óscar se encontraron entrando en clase.

¿Qué  le has dicho a tu padre? –Preguntó Claudia.

No te preocupes, ha reaccionado con total normalidad…-Respondió Óscar.
¿Sí? ¿Y qué te ha dicho? –Insistió.

Bueno, aparte de prohibirme pasar tiempo contigo, Mario y Manuel después de que recibiese unas fotos que probaban que estábamos en el anticuario en el que pretendían calcinarnos vivos, me ha hecho prometer que mientras viva en su casa no vuelva a practicar el sexo…-Espetó.

¿Qué? ¿En serio? ¿Debería ir a hablar con él? –Preguntó.

Tú tranquila, se le pasará. No hay mal que dure cien años, ¿no? –Trató de calmarla.
Y bueno, ¿cómo es eso de que recibió esas fotos? –Preguntó.

No sé, se las enviaron y está muy disgustado por ello. –Dijo.

Entonces Manuel apareció por la puerta del aula e ignoró las miradas de ambos.
¿Y a éste qué le sucede? –Pregunta Claudia.

Está cabreado con nosotros después de que dudásemos de un acto suyo. –Respondió Óscar.

Mario apareció por la puerta y se sentó detrás de Óscar y Claudia.

¿Un acto? ¿A qué te refieres? –Preguntó.

Recibimos un vídeo en el que él estaba  mucho más que aliándose con el enemigo en vez de quitarle una pieza importante. Nada serio…-Dijo Óscar.

¿Te refieres al colgante? –Preguntó Mario.

¿Colgante? ¿Qué colgante? – Preguntó extrañada Claudia.

Ninguno, ¡no te preocupes! –Respondió Óscar haciéndole un gesto a Mario para no involucrar a Claudia en el asunto.

La verdad, chicos, llevo unas noches que, no sé si se trata de un sueño o de imágenes que me invaden la mente, veo un colgante, dorado. Algo me dice que lo he visto antes, pero hago un esfuerzo por recordar y todo se vuelve gris. –Comentó Claudia.

Mario y Óscar se quedaron mirando sin pronunciar una sola palabra.

¡Lo más probable es que sean cosas mías! –Dijo Claudia sonriente.

Sonó el timbre, lo que significaba el desayuno. Claudia se sentía en deuda con Manuel por echarle una mano con Óscar, así que no pudo evitar sentarse con él en la mesa de la cafetería para que no estuviese solo.

¿Qué estás haciendo? –Dijo

Sentarme. ¿Te explico en qué consiste? –Le atacó.

Manuel, la miró atravesada. De pronto, abrió los ojos y se dio cuenta de algo.

Hoy no tienes la piel grasienta y estás de lo más amigable. ¿Tú has follado? –Alzó la voz.
¡Calla! Te van a oír…-Le contestó Claudia.

Manuel miró a su alrededor. –Quién las debe las teme. Entonces, ¿fideo fino ya te dio lo tuyo? ¡Ay Mafalda, me vas a agradecer lo que voy a hacer! Después de clase, nos vemos en el salón de música. Fideo fino, Mario, tú y yo. – Se levanta y  a medida que se aleja grita: ¡Después de clase! ¡No te olvides!

Mario, sentado en su mesa mientras leía una revista, no paraba de pensar en ese cambio repentino de su padre. Entonces, un ruido perturbó la lectura de Mario y éste alzó la vista apartando la revista. Era Manuel.
¿Viendo la Play Boy? Si la profe se entera…-Le soltó con chulería.

Mario, harto, se levantó y se dirigió a él mientras la revista de un golpe cayó al suelo.

¿Cuál es tu problema conmigo? –Le preguntó.

No tengo ningún problema contigo. – Respondió Manuel.

¿Seguro? La manera en qué me miras, en me reclamas, me contestas y te vacilas, me demuestras que no me has olvidado. Y si no es cierto, ¡niégalo en mi cara! –le dijo quedando los dos frente a frente.

Manuel trataba de esquivar su mirada y no mirarle a los ojos. La situación era tensa, pero ese aroma, su voz, su aliento…Todo le recordaba a él.

Mario se inclinó y le besó. Manuel, no se quejó en ningún momento ni se opuso. Apoyaron sus cabezas, una vez acabaron y el silencio les invadió.

¿Qué sientes? – Le pregunta Manuel.
No sé, estoy confuso en estos momentos. –Respondió. Eso le sentó como un cubo de agua fría a Manuel.

Es por la chica esa, ¿verdad? –Le preguntó a Mario.

Puede. No sé, tal vez ya no me guste la situación en la que estoy contigo y me haya acostumbrado a ella. –Le dijo a Manuel.

Bueno, pues espero que ella te sepa dar este beso porque lo que a mí respecta, mis labios no volverán a pecar por tropezar con el mismo error…-Dijo.

¿Ahora soy un error? –Preguntó Mario.

¡Siempre lo has sido! –Le contestó mientras se iba aguantándose las lágrimas de la impotencia.

No había ni un alma en los pasillos, ni un ruido invadía el salón de música, hasta que los chicos se reunieron allí después de las clases.

¿Y bien? ¿A qué ha venido esta reunión? –Preguntó Óscar.

Ni idea. Manuel me dijo que nos reuniéramos aquí con él. Pero no me dijo para qué…-Respondió Claudia.

Podemos ir esperándonos lo peor. –Dijo Mario.

Manuel entró al salón de música en ese mismo instante.

Bueno, lo primero de todo, decirles que aún sigo mosqueado por vuestra desconfianza hacia mi persona. Segundo, lo que voy a hacer a continuación, lo hago por Claudia y porque quiero que después de esto, nos sintamos un poco mejor, y vean la preocupación que siento hacia vuestras alimentaciones sexuales…

¡Mal empezamos! –Dijo Mario.

Chicos, esta es Ambar. –Dijo a la vez que entraba una mujer de unos 29 años, pelo negro cobrizo descuidado, ojos verdes, sombra de ojos rosada y piel morena. En cuanto a su estilo, no tenía mucho: Traje de leopardo a juego con su bolso, chaqueta de cuero negra y zapatos negros de tacón.

¡Anda, cómo la no cambié! –Dijo Óscar.

Manuel, ¿has traído a una prostituta aquí? –Preguntó.

¡Chica de compañía! –Le regañó.

¡Sin ánimo de ofender! –Le respondió.

Bueno chicos, después de los últimos acontecimientos, he decidido que les conviene saber los riesgos que se corren cuando practicáis el sexo. ¿Y quién mejor que Ambar para que os lo comente de primera mano?

¡Estás fatal eh! –Dijo Mario levantándose.

¿Sabéis la cantidad de enfermedades que podéis contagiaros? ¿Cuándo fue la última vez que os hicisteis unas pruebas médicas?  –Preguntó Manuel sin apartar la mirada.

Les parecía a  todos tan absurdo e incómodo ese momento que se levantaron y empezaron a recoger sus cosas.

¡Ey! No podéis iros, le he pagado la hora…-Gritó.

Ahora por eso, ya que no hago nada aquí, ¿tienes cambio para el taxi? –Le preguntó Ambar a Manuel.

Lo siento bonita, págalo con el dinero de tu hora, qué bastante cara me has salido y eso que dices ser mi amiga…-Le respondió Manuel y ella inmediatamente, se fue como si con ella no fuese la cosa. Manuel salió al pasillo y corrió hacia Mario.

¡Mario! En serio, me gustaría que supieras los riesgos que corres al…-No le dejó acabar.

¡Tú no puedes estar bien! Definitivamente te lo digo…-Le contesta.

¡Tú no la quieres! –Le grita.

¿Qué sabrás? –Le dice Mario.

Todavía me amas, lo sé. Eso no se olvida de la noche a la mañana. –Parece que tú sí. Me diste de lado en tu vida por un mísero juicio. –Le reprochó.

¡No tienes ni idea de por qué fue! –Le grita a Mario.

Asúmelo, no siento nada por ti. –Le dice.

Ella no te va a querer como yo. –Le grita y le agarra del brazo.

Ni quiero porque tu manera de querer es enfermiza.- Se suelta y sigue caminando por el pasillo.

Manuel no pudo aguantar las lágrimas. Ahí se dio cuenta de todo lo que había perdido por no seguir sus instintos. Decidió cruzar la cancha y merodear por el bosque, aquél mágico bosque que una mágica noche les perteneció a los dos y donde ambos se sinceraron el uno con el otro. Bajó con cuidado aquellas colinas para llegar al lago que una noche fue testigo del amor que parecía sentir el uno por el otro. Se sentó a la orilla del lago y contempló el paisaje en un duro día como ese.

Todo estaba en calma. Ni un ruido. Ni un animal. Nada que perturbe esa paz. Pero hasta el más mínimo silencio, depara un terrible acontecimiento…

Jenifer y Mario estaban dando una vuelta.

¿Te encuentras bien? No has hablado desde que regresaste del Instituto…-Preguntó Jennifer.

Sí, estoy bien. Es agobio, nada más.  –Le contestó.

Verás, he pensado lo que estuvimos hablando la otra noche y…-Se acercó a su oído- ¡Estoy preparada! –Mario se quedó callado- ¿Qué me dices?

¿Estás segura? Date cuenta que debe ser algo especial para los dos. –Le comentó.

Claro que estoy segura. Lo más especial que tengo en mi vida eres tú. ¿Yo soy lo más especial que te ha sucedido en la vida? –Preguntó Jennifer.

Mario, aunque lo negase, sabía que la respuesta correcta, era diferente a la que iba a pronunciar.
¡Claro que sí! –Le contesto y ambos se besaron.

Un ruido perturbó la paz de aquél lago que tanto simbolismo tenía para Manuel. Se levantó y al mirar a su espalda, se encontró cara a cara con Eric.

Trucha, trucha, trucha. ¿No te han dicho  tus padres que no deberías venir a sitios cómo estos? –Dijo.
¿Qué coño quieres, Eric? –Le preguntó.

Por los lados aparecieron José y Sergio, para sorpresa suya. Ambos sujetaban unos palos.
Es muy simple… ¡Venganza! –Contestó Eric.

Y mientras Mario acababa de tomar la decisión más dura de su vida –cambiarla-, Manuel era apaleado por tres chicos en una zona alejada de los oídos humanos.

Allí tirado en el suelo, solo podía ver el lago, cada vez más y más de cerca mientras recibía palazos y patadas.

Eric, de pronto, le agarró por los pelo de la moña levantando su cabeza del suelo –Debes saber con quién te metes, chaval, antes de destrozar la vida de los demás- y soltó de manera que cayó al lago, pero en zona aún no profunda.

La sensación que experimentaba al ver el exterior a través del agua, a pesar de las circunstancias en ese lugar que conocía mejor que nadie, le parecía perfecto…

2 comentarios:

  1. muy fuerte lo de la prostituta!! jajaja pero lo peor es el final... pobre Mario, todo se le viene encima!

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  2. ¡Lo de la prostituta fue una anécdota muy graciosa, creo yo! jajaja Pero la verdad es que el final del capítulo fue demasiado fuerte, sobre todo porque va a ser el detonante del próximo, muchas cosas se descurbirán, Yoli, por cierto, ya en el siguiente se descubre quién es la persona misteriosa.^^

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