A la mañana siguiente, Óscar
no paraba de mirar a Claudia y la belleza que radiaba estando dormida. Se quedó
quieto a su lado, frente a ella, mirándola y contemplándola. Claudia abrió sus
ojos y sonrió al percatarse de que Óscar estaba envuelto en las sábanas,
petrificado mirándola.
¿Qué hora es? –Dijo
ella somnolienta.
La hora de despertarse,
bella durmiente. Tenemos que asistir a las clases de hoy. –Le contestó Óscar.
El padre de Óscar,
salió fuera de la casa a recoger el correo del buzón. Allí había un sobre
grande para él que esperaba ser abierto. Al abrirlo, leyó una nota y se quedó mudo al ver imágenes de su hijo
involucrado en un incendio de un antiguo anticuario de La Roseta.
Inmediatamente subió.
Irrumpió en el cuarto
de su hijo y se encontró con una imagen un tanto difícil de asumir: Acaba de
ver a su hijo, en su cama, con su mejor amiga, tapados por una sábanas.
¡Papá! –Gritó Óscar.
Mi culpa, ya salgo. –Y
salió trancando la puerta.
Mientras tanto, Mario
estaba desayunando en la mesa del comedor de su casa, disfrutando de la
compañía de su padre.
¿Nervioso? –Preguntó su
padre.
¿Yo? ¿Por qué iba a
estarlo? –Le contestó Mario con otra pregunta.
Por tu primer día de
rodaje.-Le respondió su padre.
No, para nada. Ya estoy
acostumbrado. Además, conozco a gran parte del reparto, así que no será un problema.-
Le comentó.
Bueno, ¿y qué tal ayer
con Jennifer? – Le preguntó.
¡Bien! Nos pusimos al
día y eso. La verdad, es que la extrañaba muchísimo. Es un pilar importante
en mi vida. No sé cómo pude olvidare de
ella y perder el contacto así de fácil…-Le dijo Mario.
Hijo, sé que no me
incumbe, pero…-Hizo una pausa incómoda- ¿van bien las cosas con Manuel?
¿Por qué lo preguntas?
¿No se suponía que tanto tú cómo mamá no queríais que yo os saliese sarasa? –Al
ver la mirada de desconcierto de su padre, continuó- Pues ya está. –En
realidad, no aguantó más y estalló- No sé qué es lo que quiero papá, estoy
confuso. Amo tanto a las mujeres como a los hombres. No encuentro un término
medio.
Hijo, creo que tus
sentimientos por Manuel son muy fuertes y que pasara lo que pasase entre
ustedes, estás intentando reemplazarlo, sin haber aprendido primero a olvidarlo
para poder hacer borrón y cuenta nueva. Deberías plantearte en qué punto de
tu vida te encuentras, qué es lo que
quieres y cuál es el camino que deberías seguir. Estás confuso y tal vez te
cueste tomar una decisión, pero recuerda, que seas lo que seas, siempre seré tu
padre y te querré como tal. No te avergüences de quién eres –le dijo dándole
una palmada en la espalda.
Óscar antes de irse a
clase y salir de la casa, justo ya en frente de la puerta de la entrada de la
casa, decidió retroceder e ir a dónde su padre estaba en la cocina, frente al
pollo y la encimera, bebiendo una taza de café de pie, ante la ventana.
Papá, siento mucho que
nos vieras…-Comenzó a decir Óscar.
No hace falta que te
disculpes. Yo entré sin avisar.-Le dijo.
¡En eso tienes toda la
razón, papá! –Afirmó.
De todos modos, quiero
dejar las cosas bien claras…-Dijo dándose la vuelta, con la vista puesta al
frente, en su hijo- Mientras vivas bajo mi techo, acatarás mis normas. No
quiero que se vuelva a repetir esta escena. ¡No quiero que mi casa se convierta
en un picadero!
Pero, papá…-Le replicó.
¡Pero nada! –Alzó la
voz- Quiero, que me prometas que esto, no volverá a ocurrir. ¡Venga, promételo!
Papá, pero…-Al ver la
mirada desafiante de su padre cedió- Lo prometo- dijo con desgana y la cabeza
gacha.
Vale. Ahora, quiero que
cojas ese sobre que está al lado del microondas y me expliques, qué hacías tú
allí. –Respondió.
¿Qué hacía dónde?
–Preguntó extrañado.- Abrió el sobre y leyó la nota: “Las influencias de su
hijo le llevan a límites insospechados”, firmado enigma. Entonces, sacó las
fotos del sobre y comprobó que se trataba de fotos fuera del anticuario cuando
estaba en llamas.
Papá, no es lo que
parece…-Dijo.
¿Ah, no? Podrías
explicármelo. Por lo que a mí respecta, parece que a mi hijo le gusta tener
como hobby, ir por ahí incendiando los locales de los vecinos de nuestro pueblo
–Contestó cabreado.- ¿Sabes en el problema que puedo meterme si se entera algún
oficial de la policía de esto? No eres un ciudadano más, es hijo de un policía
y debes cumplir la ley.
Pero fue una trampa.
¡Nos dieron una llave para que fuésemos
a recoger algo de allí y casi nos calcinan vivos! –Gritó Óscar.
¿Quién? –Preguntó.
Papá he de ir a clase,
no tengo tiempo para explicarte esta historia, pero solo te pido que me creas,
por favor. –Le pidió.
Lo haría, pero me has
dado motivos para desconfiar.- Se dio la vuelta.- Ah, por cierto, a partir de
hoy, vete despidiéndote de esas amistades que tienes. ¡No quiero volver a verte
con ellos! –Le dijo.
¡No puedes hacerme
esto, no puedes obligarme! –Gritó.
Sí puedo, soy tu padre,
que no se te olvide…-Le respondió.
Óscar, mosqueado, salió
como alma que llevaba el diablo de allí.
En el set de
rodaje PopStar en Telecinco, Mario
estaba a punto de grabar una de sus primeras secuencias para la serie.
¿Sabes lo que tienes
que hacer? –Le preguntó el director.
Sí, lo sé. Hago el playback
de la canción grabada semana pasada y paseo por los pasillos del instituto,
¿cierto? –Se asegura.
Claro, ya sabes, haz
que tu personaje cobre vida. Recuerda que depende de este episodio piloto,
continuará la serie o no…-Le presiona.
Empieza a sonar la
música de “Te miro a ti” de David Bisbal y Miley Cyrus, versionada por Mario.
Se limita a perseguir a Jennifer por lo ficticios pasillos de un instituto,
mientras la cámara les graba.
Manuel, que se acababa
de colar en el set, pudo ver la escena. Manuel, sin embargo, se quedó
extrañado, pues pudo ver algo en los ojos de Mario, que no le dio confianza.
Tenía un brillo más intenso de lo normal. Lo peor es que Manuel sabía que tenía
algo que ver con la actriz que grababa esa secuencia con él. Continuó caminando
por un estrecho pasillo sin que nadie se diese cuenta y llego al camerino de
José, el coreógrafo de la serie. Entró con total sigilo. Contempló el lugar, abrió el cajón que había debajo de
un espejo enorme, parecido al de un salón de belleza, sacó de su bolsillo el colgante
que le robó. Después de mirarlo entre sus manos un rato lo puso en el cajón y
lo cerró. Su corazón se desbocó al ver a José detrás de él cuando alzó la
mirada al espejo.
¡José! ¡Qué alegría
verte! –Dijo Manuel.
¡Así que fuiste tú el
ladrón eh! –Se limitó a pronunciar en un tono un poco siniestro.
¿Ladrón? No, no, se
trata de una simple y ridícula
confusión. Verás, te vas a reír cuando te cuente…-Empezó a decir Manuel.
¡Me robaste el
colgante! ¡Admítelo! –Gritó.
¡Sí! Te lo robé, pero
no es lo que parece…-Dijo.
José se acercó a él
hasta quedar frente a frente a él, dónde pudiera sentir cómo respiraba y el
aire de su respiración le daba en la cara.
¿Ah, no? Estoy
dispuesto a oír tu explicación…-Le dijo con una mirada acojonante.
Verás, te sustraje el
colgante porque quería tener un motivo para poder volver a vernos…-Le dijo
rápidamente y cerrando los ojos temiendo recibir un puñetazo.
¿En serio? –Preguntó
extrañado José.
¡Sí! Me dijiste que ya
me avisarías, así que para volver a vernos, te lo quité con la esperanza de
volver a vernos, pero luego pensé que quizás fue un acto cruel, que podría tratarse de un
objeto al que le tuviesen algún valor sentimental o algo y vine a devolvértelo.
–Contestó Manuel.
Entonces, ¿esto quiere
decir que vamos en serio? –Preguntó José.
¡Claro! Tú me importas,
¿lo dudabas? –Mintió Manuel para sacárselo de encima y huir de la situación.
-Bueno, he de irme a clase…
Observó cómo se sentó
en la silla, frente al espejo con cara
de abrumado. Entonces, no pudo evitar preguntar qué pasaba.
Ey, ¿ocurre algo?
–Preguntó Manuel.
No es nada importante.
–Contestó José.
Si puedo ayudar, ya
sabes, solo tienes que decírmelo.-Le comentó.
No puedes, a menos que
seas una chica, quepas en un 38 de zapatos de tacón y estés dispuesto a cantar
“Lo hecho está hecho” de Shakira en capela…-Le respondió a la vez que se
levantaba y abandonaba su camerino.
¡Tranquilo, eso de
travestirme no va conmigo! –Gritó. Entonces observó un vestuario sobre la cama.
Ha quedado increíble
chicos, habéis estado perfectos. ¡Seguid así! –Dijo el director de la serie.
Bueno, ¿no piensas
invitarme a tomar algo esta tarde? –Le dejó caer Jennifer a Mario.
De acuerdo, solo si
admites que he estado mejor que tú
rodando hoy…-Comentó.
Eso estará algo
difícil.-Le respondió y se echaron a reír.
Apareció José de
inmediato.
¿Dónde está Cristina?
¿No ha vuelto aún? –Preguntó
.
Nadie respondió.
Lo suponía, necesitamos
empezar a grabar su performance y después de una semana dura de ensayo, no
aparece…-Comentó algo molesto mientras tomaba unas anotaciones en una libreta.
Uno de los ejecutivos
que allí trabajaba, se acercó a José.
Señor, ya está todo
listo, acaba de salir de maquillaje.-Le dijo.
¿Estaba en maquillaje y
no fui informado? –Preguntó- Dile, que ya estamos preparados para rodar la
escena.
Mario sacó una botella
de agua de su mochila y empezó a
observar cómo rodaban la secuencia siguiente.
El director dio la
señal a los cámaras.
¡Acción! –Gritó.
Empezó a sonar la
canción de “Lo hecho está hecho” de Shakira, pero instrumental. Una voz que no
era la de Cristina precisamente, empezó a escucharse.
Todos empezaron a
observar la situación y de pronto vieron en medio del salón de actos ficticio
del plató una silueta bajo las luces de los focos y de los bailarines que
empezaban a bailar a su alrededor. De repente, Unos focos iluminaron a la
persona, y Mario escupió el agua en ese momento.
¿Estás bien? –Preguntó
Jennifer.
Sí,
perfectamente…-Respondió él sin apartar la vista.
Sobre el escenario
había un Manuel bastante transformado: Un vestido negro, ajustado de parte baja
corta, un bronceado perfecto, un maquillaje que no mostraba ni una imperfección
de su piel, una melena larga de color castaño y unos zapatos de tacón negros
con detalles blancos. Como si de un milagro se tratase, supo ajustarse a la
coreografía y cantar a través del pinganillo que tenía colado en el vestido.
Esa no es Cristina
–Dijo José.
¿Entonces quién es?
–Preguntó el director.
Es un amigo. La verdad
es que no sé cómo…-No pudo terminar pronunciando palabra después de presenciar
semejante momento que colaba.
Y, ¡corten! –Ordenó el
director. Se levantó de su silla y se acercó a Manuel en el escenario. –Has
estado magnífica, ¿quién eres?
De pronto se quitó la
peluca –Manuel, señor, soy Manuel- le dijo y le estrechó la mano.
El director se quedó perplejo.
José inmediatamente
subió y acudió junto a ellos.
¡Ha sido todo culpa
mía! La actriz que tenía que hacer la secuencia no vino y le dije irónicamente
que hiciese esto y no sé cómo se ha atrevido…-Comenzó a decir José.
¿Es un chico? –Preguntó
el director mirando a José.
Lo siento, señor.
–Comentó.
¡Un chico! Es
fantástico, tengo que hablar con Henry (el guionista), tengo una idea genial. A
este personaje le veo futuro, ¡futuro! –Y miró a Manuel- Manuel, ¿te gustaría
formar parte del reparto de la serie?
No, no le gustaría
–dijo Mario que apareció detrás de él.
No, señor, la verdad es
que maquillarme y vestirme de chica, no va conmigo –hizo un gesto muy
masculino- ni siquiera por todo el dinero del mundo…-Comentó.
¿Ni siquiera por 3.000
euros al mes? –Propuso el director.
A Manuel le cambió la
cara.
¿Cuándo empezamos?
–Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Mañana tienes que estar
aquí a las doce en punto para filmar tus escenas. –Respondió el director y se
fue.
¡Muchas gracias! Eres
mi salvador. Te llamaré luego, ¿vale? –Y se fue tras el director.
Mario y Manuel se
quedaron solos.
¿Necesitas algo?
–Preguntó Manuel- Porque yo quiero quitarme todo este pote de encima y bajarme
de esta montaña rusa en la que estoy subido…
¿Cómo debería llamarte
a partir de ahora, Manuel o Manuela? –Se burló.- Pensé que contigo no iba todo
eso de travestirte, pero ya veo que te encanta ser una reinona.-Dijo.
Puedes llamarme como
quieras, tienes permiso. Y no, no va conmigo, pero si me pagan por ello, qué
más da…Siempre hay una primera vez para todo ¿no? Si no, mírate tú, que
cualquier día mueres atropellado por no decidir en qué acera quieres estar. –Le
respondió.
Mario le agarró del
brazo.
¿De qué vas? Lo único
que tengo que no me une a ti es la actuación y resulta que ahora te vuelves un
chico prodigio. ¡Este mundo no está hecho para ti! –Le dijo a Manuel.
¡Suéltame! –Logró que
su brazo se escapase de sus garras- Más bien deberías preguntarte qué es lo que
temes tú. ¿Acaso temes que al estar yo aquí, te des cuenta de que estar con esa
chica es una forma de evadirte de mí? –Se acerca a su oído y le susurra- A
quién quieres es a mí, a quién amas es a mí. Podrás engañar a tu cerebro, pero
no a tu corazón –Puso una mano sobre su pecho y los dos se miraron fijamente.
Jennifer interrumpió el
momento.
¿Mario? Te llama el
director. –Dijo.
Sí, voy – y Mario se
fue.
Jennifer no apartaba la
vista de Manuel.
El timbre que daba el
comienzo de la clase de física empezó a sonar. Claudia y Óscar se encontraron
entrando en clase.
¿Qué le has dicho a tu padre? –Preguntó Claudia.
No te preocupes, ha
reaccionado con total normalidad…-Respondió Óscar.
¿Sí? ¿Y qué te ha
dicho? –Insistió.
Bueno, aparte de
prohibirme pasar tiempo contigo, Mario y Manuel después de que recibiese unas
fotos que probaban que estábamos en el anticuario en el que pretendían
calcinarnos vivos, me ha hecho prometer que mientras viva en su casa no vuelva
a practicar el sexo…-Espetó.
¿Qué? ¿En serio?
¿Debería ir a hablar con él? –Preguntó.
Tú tranquila, se le
pasará. No hay mal que dure cien años, ¿no? –Trató de calmarla.
Y bueno, ¿cómo es eso
de que recibió esas fotos? –Preguntó.
No sé, se las enviaron
y está muy disgustado por ello. –Dijo.
Entonces Manuel
apareció por la puerta del aula e ignoró las miradas de ambos.
¿Y a éste qué le
sucede? –Pregunta Claudia.
Está cabreado con
nosotros después de que dudásemos de un acto suyo. –Respondió Óscar.
Mario apareció por la
puerta y se sentó detrás de Óscar y Claudia.
¿Un acto? ¿A qué te
refieres? –Preguntó.
Recibimos un vídeo en
el que él estaba mucho más que aliándose
con el enemigo en vez de quitarle una pieza importante. Nada serio…-Dijo Óscar.
¿Te refieres al
colgante? –Preguntó Mario.
¿Colgante? ¿Qué
colgante? – Preguntó extrañada Claudia.
Ninguno, ¡no te
preocupes! –Respondió Óscar haciéndole un gesto a Mario para no involucrar a
Claudia en el asunto.
La verdad, chicos,
llevo unas noches que, no sé si se trata de un sueño o de imágenes que me
invaden la mente, veo un colgante, dorado. Algo me dice que lo he visto antes,
pero hago un esfuerzo por recordar y todo se vuelve gris. –Comentó Claudia.
Mario y Óscar se
quedaron mirando sin pronunciar una sola palabra.
¡Lo más probable es que
sean cosas mías! –Dijo Claudia sonriente.
Sonó el timbre, lo que
significaba el desayuno. Claudia se sentía en deuda con Manuel por echarle una
mano con Óscar, así que no pudo evitar sentarse con él en la mesa de la
cafetería para que no estuviese solo.
¿Qué estás haciendo?
–Dijo
Sentarme. ¿Te explico
en qué consiste? –Le atacó.
Manuel, la miró
atravesada. De pronto, abrió los ojos y se dio cuenta de algo.
Hoy no tienes la piel
grasienta y estás de lo más amigable. ¿Tú has follado? –Alzó la voz.
¡Calla! Te van a
oír…-Le contestó Claudia.
Manuel miró a su
alrededor. –Quién las debe las teme. Entonces, ¿fideo fino ya te dio lo tuyo?
¡Ay Mafalda, me vas a agradecer lo que voy a hacer! Después de clase, nos vemos
en el salón de música. Fideo fino, Mario, tú y yo. – Se levanta y a medida que se aleja grita: ¡Después de
clase! ¡No te olvides!
Mario, sentado en su
mesa mientras leía una revista, no paraba de pensar en ese cambio repentino de
su padre. Entonces, un ruido perturbó la lectura de Mario y éste alzó la vista
apartando la revista. Era Manuel.
¿Viendo la Play Boy? Si
la profe se entera…-Le soltó con chulería.
Mario, harto, se
levantó y se dirigió a él mientras la revista de un golpe cayó al suelo.
¿Cuál es tu problema
conmigo? –Le preguntó.
No tengo ningún
problema contigo. – Respondió Manuel.
¿Seguro? La manera en
qué me miras, en me reclamas, me contestas y te vacilas, me demuestras que no
me has olvidado. Y si no es cierto, ¡niégalo en mi cara! –le dijo quedando los
dos frente a frente.
Manuel trataba de
esquivar su mirada y no mirarle a los ojos. La situación era tensa, pero ese
aroma, su voz, su aliento…Todo le recordaba a él.
Mario se inclinó y le
besó. Manuel, no se quejó en ningún momento ni se opuso. Apoyaron sus cabezas,
una vez acabaron y el silencio les invadió.
¿Qué sientes? – Le
pregunta Manuel.
No sé, estoy confuso en
estos momentos. –Respondió. Eso le sentó como un cubo de agua fría a Manuel.
Es por la chica esa,
¿verdad? –Le preguntó a Mario.
Puede. No sé, tal vez
ya no me guste la situación en la que estoy contigo y me haya acostumbrado a
ella. –Le dijo a Manuel.
Bueno, pues espero que
ella te sepa dar este beso porque lo que a mí respecta, mis labios no volverán
a pecar por tropezar con el mismo error…-Dijo.
¿Ahora soy un error?
–Preguntó Mario.
¡Siempre lo has sido!
–Le contestó mientras se iba aguantándose las lágrimas de la impotencia.
No había ni un alma en
los pasillos, ni un ruido invadía el salón de música, hasta que los chicos se
reunieron allí después de las clases.
¿Y bien? ¿A qué ha
venido esta reunión? –Preguntó Óscar.
Ni idea. Manuel me dijo
que nos reuniéramos aquí con él. Pero no me dijo para qué…-Respondió Claudia.
Podemos ir esperándonos
lo peor. –Dijo Mario.
Manuel entró al salón
de música en ese mismo instante.
Bueno, lo primero de
todo, decirles que aún sigo mosqueado por vuestra desconfianza hacia mi
persona. Segundo, lo que voy a hacer a continuación, lo hago por Claudia y
porque quiero que después de esto, nos sintamos un poco mejor, y vean la
preocupación que siento hacia vuestras alimentaciones sexuales…
¡Mal empezamos! –Dijo
Mario.
Chicos, esta es Ambar.
–Dijo a la vez que entraba una mujer de unos 29 años, pelo negro cobrizo
descuidado, ojos verdes, sombra de ojos rosada y piel morena. En cuanto a su
estilo, no tenía mucho: Traje de leopardo a juego con su bolso, chaqueta de
cuero negra y zapatos negros de tacón.
¡Anda, cómo la no
cambié! –Dijo Óscar.
Manuel, ¿has traído a
una prostituta aquí? –Preguntó.
¡Chica de compañía! –Le
regañó.
¡Sin ánimo de ofender!
–Le respondió.
Bueno chicos, después
de los últimos acontecimientos, he decidido que les conviene saber los riesgos
que se corren cuando practicáis el sexo. ¿Y quién mejor que Ambar para que os
lo comente de primera mano?
¡Estás fatal eh! –Dijo
Mario levantándose.
¿Sabéis la cantidad de
enfermedades que podéis contagiaros? ¿Cuándo fue la última vez que os hicisteis
unas pruebas médicas? –Preguntó Manuel
sin apartar la mirada.
Les parecía a todos tan absurdo e incómodo ese momento que
se levantaron y empezaron a recoger sus cosas.
¡Ey! No podéis iros, le
he pagado la hora…-Gritó.
Ahora por eso, ya que
no hago nada aquí, ¿tienes cambio para el taxi? –Le preguntó Ambar a Manuel.
Lo siento bonita,
págalo con el dinero de tu hora, qué bastante cara me has salido y eso que
dices ser mi amiga…-Le respondió Manuel y ella inmediatamente, se fue como si
con ella no fuese la cosa. Manuel salió al pasillo y corrió hacia Mario.
¡Mario! En serio, me
gustaría que supieras los riesgos que corres al…-No le dejó acabar.
¡Tú no puedes estar
bien! Definitivamente te lo digo…-Le contesta.
¡Tú no la quieres! –Le
grita.
¿Qué sabrás? –Le dice
Mario.
Todavía me amas, lo sé.
Eso no se olvida de la noche a la mañana. –Parece que tú sí. Me diste de lado
en tu vida por un mísero juicio. –Le reprochó.
¡No tienes ni idea de
por qué fue! –Le grita a Mario.
Asúmelo, no siento nada
por ti. –Le dice.
Ella no te va a querer
como yo. –Le grita y le agarra del brazo.
Ni quiero porque tu
manera de querer es enfermiza.- Se suelta y sigue caminando por el pasillo.
Manuel no pudo aguantar
las lágrimas. Ahí se dio cuenta de todo lo que había perdido por no seguir sus
instintos. Decidió cruzar la cancha y merodear por el bosque, aquél mágico
bosque que una mágica noche les perteneció a los dos y donde ambos se
sinceraron el uno con el otro. Bajó con cuidado aquellas colinas para llegar al
lago que una noche fue testigo del amor que parecía sentir el uno por el otro.
Se sentó a la orilla del lago y contempló el paisaje en un duro día como ese.
Todo estaba en calma.
Ni un ruido. Ni un animal. Nada que perturbe esa paz. Pero hasta el más mínimo
silencio, depara un terrible acontecimiento…
Jenifer y Mario estaban
dando una vuelta.
¿Te encuentras bien? No
has hablado desde que regresaste del Instituto…-Preguntó Jennifer.
Sí, estoy bien. Es
agobio, nada más. –Le contestó.
Verás, he pensado lo
que estuvimos hablando la otra noche y…-Se acercó a su oído- ¡Estoy preparada!
–Mario se quedó callado- ¿Qué me dices?
¿Estás segura? Date
cuenta que debe ser algo especial para los dos. –Le comentó.
Claro que estoy segura.
Lo más especial que tengo en mi vida eres tú. ¿Yo soy lo más especial que te ha
sucedido en la vida? –Preguntó Jennifer.
Mario, aunque lo
negase, sabía que la respuesta correcta, era diferente a la que iba a
pronunciar.
¡Claro que sí! –Le
contesto y ambos se besaron.
Un ruido perturbó la
paz de aquél lago que tanto simbolismo tenía para Manuel. Se levantó y al mirar
a su espalda, se encontró cara a cara con Eric.
Trucha, trucha, trucha.
¿No te han dicho tus padres que no
deberías venir a sitios cómo estos? –Dijo.
¿Qué coño quieres,
Eric? –Le preguntó.
Por los lados
aparecieron José y Sergio, para sorpresa suya. Ambos sujetaban unos palos.
Es muy simple…
¡Venganza! –Contestó Eric.
Y mientras Mario
acababa de tomar la decisión más dura de su vida –cambiarla-, Manuel era
apaleado por tres chicos en una zona alejada de los oídos humanos.
Allí tirado en el
suelo, solo podía ver el lago, cada vez más y más de cerca mientras recibía
palazos y patadas.
Eric, de pronto, le
agarró por los pelo de la moña levantando su cabeza del suelo –Debes saber con
quién te metes, chaval, antes de destrozar la vida de los demás- y soltó de
manera que cayó al lago, pero en zona aún no profunda.
La sensación que
experimentaba al ver el exterior a través del agua, a pesar de las
circunstancias en ese lugar que conocía mejor que nadie, le parecía perfecto…
muy fuerte lo de la prostituta!! jajaja pero lo peor es el final... pobre Mario, todo se le viene encima!
ResponderEliminar¡Lo de la prostituta fue una anécdota muy graciosa, creo yo! jajaja Pero la verdad es que el final del capítulo fue demasiado fuerte, sobre todo porque va a ser el detonante del próximo, muchas cosas se descurbirán, Yoli, por cierto, ya en el siguiente se descubre quién es la persona misteriosa.^^
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