El aire caliente se
colaba por mi ventana. Era un día de lo más insoportable para estar encerrado
en tu casa. El vapor de ese calor infernal invadía cada rincón de la casa. No
había ningún lugar seguro en ella. Mis padres no estaban en caso –como de costumbre.
Así que aproveché a hacer algo productivo. Cogí la manguera y solo me quedaba regar el jardín, pero con un
gran premio mientras hacía esa labor: Poder refrescarme de vez en cuando.
Aproveché y puse la
radio para poder escuchar algo mientras tanto. Puse Europa FM, así podía escuchar la música popular en estos momentos.
Estaban dando uno de los programas que más me encantan: ¡Dedica tú! En ese
programa la gente llama, pide una canción y la dedican o simplemente mandan un
mensaje y piden que la siguiente canción que vayan a poner la dediquen a las
personas que el individuo decida.
Pedían todo tipo de
música. Desde Someone like you de Adele hasta Last Friday Night de Katy Perry. Uno
de los éxitos que más repetían y pedían era Where
have you been de Rihanna. No pude evitar contenerme, así que al ritmo de
esta última canción iba regando el jardín y de paso, por qué no, me refresqué.
Poco a poco el agua caía por mi torso sin camisa lentamente y sentía cómo cada
gota se encargaba de eliminar el calor que se había acoplado en mi piel. Cogí
la manguera e hice que el agua cayese
por mi rostro, mojándome la cabeza, agitando mi poco pelo –no es que no tenga,
sino que lo tengo corto- y sacudiendo con mis manos el agua que me humedecía en
este día de calor inmenso. De repente, el programa de la radio captó mi
atención. Estaban leyendo un mensaje, pero mis sentidos –sobre todo el oído- se
intensificaron al oír a quiénes estaba dedicado: “Y ahora, a sus amigos Óscar y
Manuel, desde La Roseta enigma dice
que les echa en falta y que les interesará especialmente lo que ponen por
televisión en estos momentos. Nos pide particularmente que les dediquemos
la siguiente canción”. Entre los
presentadores del programa empieza a haber risas. Seguramente sea por el
pseudónimo del remitente. Lo más seguro es que esa persona fuese el dueño del
diario, ya que tiene que saber que no
podía dedicársela a Claudia por su amnesia y a Mario porque está en la cárcel.
¿Para qué quería que mirase la televisión? Justo cuando creía que tal esto
había acabado después de aquella noche, va y vuelve a aparecer. Ahora me vino a
la mente lo que una página del diario, ponía la primera vez que lo leí: “Cuánto
más débiles estamos, más fuerte es él”. Me quedo allí pasmado, asimilando lo
que acabo de oír en la radio. ¡Qué nos echa en falta dice! Será cínica esta
persona… Inmediatamente el programa continúa con su repertorio de canciones que
ya tenían previamente organizado, la siguiente canción había sido dedicada a
nosotros, pero ni siquiera me molesté en escucharla.
Subí rápidamente al
cuarto de baño, me sequé con una de las toallas y la puse en el cesto de la
ropa sucia. De paso entré a mi cuarto,
me cambié los pantalones y me puse una camisilla. Bajé al salón y puse la
televisión para saber a qué se referían en la radio. Todas las cadenas hablaban
de una sola cosa: La vista judicial de Mario dentro de dos días y cómo lo
estaba llevando Manuel. Todos los programas ponían unas imágenes de ellos en la
fiesta de los fundadores. Apagué la televisión y me puse a pensar… ¿Quién las grabaría? Por lo
que deduje que quién envió el mensaje y grabó las imágenes tuvo que haber
estado en la fiesta. Pero, ¿quién?
El sonido de mi tono de
llamada –We found love de Rihanna,
tengo que quitar ese sonido de llamada que sólo me hace pensar en Claudia- me
ensordeció por unos instantes e interrumpió mi reflexión viéndome obligado a
responderla.
¿Sí? –Me limité a decir
al responder la llamada.
Óscar, soy yo, Rosario,
la madre de Claudia –me contestó.
¡Hola, Rosarito! ¿Cómo
sigue Claudia? –le pregunté.
Verás, ya hace un par
de días que ella salió del hospital. Tras pruebas y pruebas dicen que ha habido
mejorías. Que su memoria tiene algunas ráfagas de vez en cuando, pero que es un
proceso lento. Aunque le han diagnosticado una amnesia temporal. Ha venido Eric
a verla un par de veces, pero el médico me aconsejó que tiene llevar el mismo
estilo de vida que antes, ya que sometiéndola a la rutina puede llegar a
recordar. Pensé que tal vez podrías pasarte por casa antes de irme a trabajar.
Claudia no ha parado de preguntar por ti estos días.-Me contesta.
¿En serio? –le
pregunto.
Sí. Se te echa de menos
por aquí. No solo ella, sino yo. Eres como de la familia, Óscar. Sé que también
lo estarás pasando mal, pero por favor, no abandones a Claudia en este
estado.-Me suplicó Rosarito.
Voy de camino, entonces
–y colgué.
¡Ha preguntado por
mí!-gritaba en mi interior una y otra vez- Será, que poco a poco ya se va
acordando de los maravillosos últimos días que habíamos pasado desde que
confesé lo que sentía por ella y mi declaración en Santiago.
Así que me encargué de
recoger la manguera y apagar la radio para evitar una bronca por parte de mis
padres. Cogí la bicicleta y me dispuse a ir
a casa de Claudia. Ella necesitaba mi apoyo en estos momentos. El viento
no paraba de azotarme en el camino. Al llegar solté la bicicleta en el suelo,
de lo impaciente y nervioso que estaba. Me paré frente a la puerta, imaginando
cómo me la iba a encontrar. Me temblaba
la mano cuando toqué el timbre y rápidamente Rosarito apareció en la puerta
dándome un abrazo.
Está arriba. Ve, yo ya
me tengo que ir al trabajo, pero Óscar, -me dijo- ¡Muchas gracias por venir!
–me dio un beso en la frente y se marchó dejándome paralizado allí en la
entrada de la casa. Cerré la puerta y a pasos de hormiga avanzaba por la casa
de mi mejor amiga, a la que fallé desde que supe de su amnesia. Me revuelve el
estómago pensar que Eric, sabiendo que han roto, se está aprovechando de su
amnesia y, lo peor, que ha pisado la casa. Subí las escaleras, ese lugar donde
hace varias semanas atrás le di un susto de muerte y al llegar a su cuarto la
vi acostada en su cama, con los cabellos estirados en la almohada. Llevaba una
camisa de Hello Kitty blanca y
rosada, además de unos pantalones cortos grises. Estaba leyendo un libro, pero
nada más verme en la puerta, lo cerró y corrió hacia mí. Me abraza y después de
tanto tiempo, el olor de su cabello me alentó y le respondí el abrazo. La
apreté hasta que sentí cómo me cacheteó en un instante.
¿Dónde estabas? –Me
pregunta.
Bueno, pero es que…-no
me dejó acabar.
Ven, tengo mucho que
contarte –me dice arrastrándome con ella a la cama. Nos sentamos y comienza a decirme. Lo peor es
que lo que iba a decir ya me lo temía.
Eric vino a verme. Es
muy simpático conmigo y atento. He notado un cambio en él, a pesar de lo
ocurrido esa noche. Me da lástima verle el rostro dañado después de esa noche
–me dijo.
Claudia, ¿no crees que
tal vez se comporte así por tu estado en estos momentos? –le pregunté.
No creo. Espero que la
vista judicial este jueves, la gane él. No tuvo la culpa de querer irse de la
fiesta y que Mario le asaltara in situ…-me respondió.
¡No me puedo creer lo
que acabas de decir! ¡No sabes de la misa ni la mitad! No te pongo al día
porque se supone que tú médico dice que debes recuperar la memoria poco a poco
por ti misma porque si no, no te ibas a librar de saber toda la verdad –le
espeté.
¡Ya estás tardando en
contármelo todo entonces! –dijo desafiante.
Me quedé con ganas de
darle un golpe a la pantalla de su ordenador, en cuyo fondo podía ver la
felicidad de ambos en una fotografía. Me repateaba. Tuve que morderme la lengua
y traté de irme de la habitación, pero me agarró del brazo y vi algo en su
mirada que me lo impidió.
¡Por favor, no me
dejes! ¡Te necesito! –Colocó su mano sobre la mía y no apartaba sus ojos de los
míos- Qué sería de mí sin ti…Mi mejor amigo, mi confidente. Me lees, tal y como
solemos hacer, te recuerdo que te tocaba…-me dijo sonriente.
No lo recuerdo así,
pero bueno…No te llevaré la contraria, no vaya a ser que me des otro cachetón.
–Le contesté- Bueno, ¿qué libro es?
Romeo
y Julieta de William Shakespeare –me respondió- Es uno de tus
favoritos, ¿me equivoco? –No pude evitar mirarla a los ojos sorprendido. ¡Se
había acordado de que me gustaba ese libro!
Ejem, ejem –carraspeé
para disimular en ese momento. Comencé a leer por dónde ella iba en el segundo
acto.- “El amor corre al amor como el colegial huye del libro y como el que va
a clase se aparta de él con cara triste”.-Noté apoyaba la cabeza sobre mi
regazo, yo me acomodé para no tener que estar luego moviéndome y ella estiraba
su pelo para que se lo tocara. Solía decir que eso la relajaba.
Tócame el pelo. Eso me
relaja.-Se limitó a decir mientras lo pensaba. Le acaricié el pelo y escuchó mi
lectura del libro atentamente, sin hacer movimientos bruscos. Llegué incluso a
pensar que se había quedado dormida, pero ella se limitó a ordenarme que
continuara –habrá perdido parte de su memoria, pero el carácter aún lo conserva
entero.
Observé cómo le bajaba
una lágrima cuando leí la siguiente parte del segundo acto- “Pero calla, ¿qué
luz se abre paso a través de esa ventana? Es el Oriente y Julieta es el sol.
Sal bello sol y mata a la envidiosa luna, que está pálida y fría de dolor
porque tú doncella, eres más hermosa que
ella, no seas su doncella si es tan envidiosa, su ropa de vestal es de un verde
pálido y sólo la llevan los locos”.
Se quedó dormida cuando
acabé el libro. Sigiloso llegué hasta la perta de su habitación y me volteé
para echarle un último vistazo a la chica de mis sueños. Entonces me vino a la
mente una frase que llamó mi atención en el libro desde el primer momento.
-“Los enamorados pueden andar sobre las telas de araña que se mecen en el tibio calor del verano. Así de leve es
la ilusión”.
Abandoné la casa y
cuando fui a coger la bicicleta para poner rumbo a mi casa, observé un pequeño
trozo de papel en su manillar, enredado. Me agaché y lo cogí. Me dispuse a
leerlo: “El friki de Óscar prefiere vivir en un cuento de hadas esperando a que
su amnésica enamorada recupere la memoria. No sé quién debería despertar ya, si
ella o tú”. Estaba firmado por “?”. ¿Será enigma? No puedo evitar sentirme
confuso. El bibliotecario en sus contactos lo tenía cómo “…” (Puntos suspensivos) y ahora firma
como enigma. A parte de pensar que
más friki es él o ella por usar un nombre de un malvado de Batman. No paro de
darle vueltas si vínculos entre esos puntos suspensivos del contacto del
bibliotecario a la simple interrogación con la que está empezando a firmar
ahora.
Cogí la bicicleta y fui
directo a casa de Manuel a ver cómo llevaba ese machaque por parte de la
televisión sobre el tema suyo con Mario. Cuando llegué, una gran masa de
periodistas me impedía la entrada a su casa. Pero, en seguida, esos periodistas
empezaron a hacerse a un lado. Pude observar cómo el coche de Manuel salía de
la casa y rápidamente con la bicicleta me coloqué delante. Su rostro expresaba
sorpresa. Abrió la ventanilla y los periodistas aprovecharon para sacar fotos y
grabar a distancia lo que ocurría. Me acerqué a la ventanilla.
¿A dónde vas? –Le
pregunté- ¿A visitar a Mario?
No. Bueno, es
complicado...–Dijo con cara un poco triste y la mirada perdida, pero
inmediatamente la recuperó- ¡Voy a visitar a mi madre al Centro de
Desintoxicación! –me respondió.
Te acompaño. –Le
contesté.- Él también necesitaba de mí. Además, si no nos apoyamos entre
nosotros que es estamos pasando por lo mismo –o por lo menos eso creo- ¿qué
íbamos a hacer?
Pusimos la bicicleta en
la parte trasera y fuimos.
Manuel entró en una
habitación a ver a su madre y yo me quedé fuera, en unas sillas sentado. Las
sillas eran de lo más incómodas. Parecían las mismas de un hospital. Negras y
plásticas. Totalmente incómodas. Estos médicos lo que quieren es perjudicar mi
columna para que el día de mañana me tengan ellos que intervenir aquí, ¡No
saben poco! –Pensé para mis adentros- Había mucho movimiento por allí. El
personal no paraba quieto en un sitio. Todo el rato en movimiento. ¡Ni los del
McDonald’s se mueven así!
Sentía curiosidad. No
sabía nada de Manuel y su familia. Había oído algo de que su padre les abandonó
a él y a su madre y que su madre se enganchó en el alcohol. Pero no sabía nada.
Me levanté de aquél asiento del demonio y miré por el cristal de la puerta para
ver qué ocurría en su interior. No oía nada, pero vi una habitación pintada de
magenta, con una preciosa ventana que comunicaba con la entrada al Centro y que
iluminaba toda la habitación. Sentada en una silla de madera pintada de negro,
mirando para la ventana con la mirada perdida, estaba una señora pelirroja,
algo morena de piel y ojos castaños –a menos que la claridad de la luz me
engañe- en bata blanca. Manuel estaba sentado justo en frente de ella, mirando hacia el
suelo y diciéndole algo que no podía escuchar debido a dónde me encontraba. De
todos modos, supongo que se trata de momentos íntimos que no me incumben.
Volví a mi asiento y
miré al suelo, hasta que pasaron unos quince y largos minutos en los que Manuel
salió de la habitación. Subidos en su coche, me sentí incómodo. Yéndonos del
Centro en coche, me dio por mirar a una ventana y contemplé cómo su madre
miraba el coche. Estaba de pie frente a la ventana. Algo dentro de mí, me dijo
que pasaba algo. Que Manuel estaba pasando por un mal momento, pero no puedo
preguntarle. Me lo negará.
Manuel me dejó en casa.
A mí y mi bicicleta, por supuesto.
Manuel, si este jueves
necesitas apoyo, cuenta conmigo –le dije.
¡Gracias! –Me
respondió. Creo que está muy afectado por todo este tema del juicio y que los
periodistas no paren de molestarle en su hogar.
Miré el buzón. Me había
despistado de él en todo el día. Lo abrí con la llave y dentro encontré un
sombre que no ponía ni destinatario ni remitente. Al abrirlo había una llave
junto a una nota que ponía: “EL tiempo se vence y aún no habéis acabado lo que
empezasteis. Os doy una ventaja. Esta llave abre la puerta de un viejo
anticuario en la Calle Bremmer. En el local aún hay algunos objetos de valor.
Encontrad el próximo mensaje o yo os encontraré a vosotros”. Y cómo y había firmado
anteriormente, un signo de interrogación, apareció en la parte inferior de la
nota entre comillas. Mis pulsaciones se aceleraron, pero no iba a darle el
gusto de ponerme nervioso. Miré la llave y luego eché un vistazo a mi
alrededor.
Una vez en la cama, no
paraba de pensar en todo. Encendí la luz y cogí el diario para leerlo. Tal vez
había algún detalle que había pasado por alto. Para mi sorpresa, me encuentro
con que había nuevas páginas escritas que no estaban anteriormente. Había
páginas que hablaban de la fiesta de los fundadores. La reciente y citada en su
correspondiente fecha -19 de abril de 2012-. Una página en blanco llamó mi
atención al notar cómo empezaba a aparecer letras de la nada y se redactaba
solo los pensamientos de esa persona. Cómo colocó la nota en mi buzón y el
mensajito de la radio son las únicas cosas que delata en la página. Se me cae
el diario al suelo y retrocedo hasta la cama. Miro, el diario con recelo y
contemplo toda la habitación. ¡No me lo puedo creer! ¡Cada vez retrocedemos
más! Pensábamos que una persona escribía el diario, pero resulta que se escribe
sólo. ¿Por qué? ¿Forma parte de la maldición? ¿Es uno de los poderes que posee?
Cada vez hay más preguntas y menos respuestas.
He de decir que, aparte de que me encantase la cita de Romeo y Julieta cuando Óscar se va, esto del diario que se escribe solo me ha dejado flipando. Y la nota?? Por qué se la envía precisamente a Óscar? Muy fuerte me parece todo...
ResponderEliminarSí, la cita que figura de Romeo Y julieta es mi preferida de todo el libro. Lo del diario que se escribe solo tiene una explicación que conoceremos en su momento. Todavía hay que seguir atando cabos. Digamos que "enigma" le está perdonando a Manuel por el momento porque lo está pasando mal por el juicio de Mario y lo que se acaba de enterar sobre él y Mario, que es muy fuerte. Entonces, tortura a Óscar. Recuerda lo que dijo Verónica en el capítulo que se manifestó en el espejo: "Cuanto más débiles son ellos, más fuerte es él". Digamos qu en estos momentos, todos están separados y va a por cada uno para ser más fuerte. Prepárate, porque quedan 10 capítulos para saber a quién es esa misteriosa persona llamada "enigma". ^^
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