jueves, 28 de junio de 2012

Capítulo 7: Sed de venganza



Me costó mucho decirle a Mario que ese beso custodiado por la solitaria y hermosa luna no había significado nada para mí. Se me rompió el corazón. Pero, ¿qué estilo de vida me espera a su lado? Me agobié demasiado quizás, pero no estoy preparado para estar expuesto al público. Aún sigo preguntándome cómo pudo esa foto llegar a manos de los medios de comunicación…Tal y cómo dijo Mario, no tiene sentido. ¿Quién más rondaba por allí?

Claudia al día siguiente nos había citado a mí y a Mario en el salón de música. El aula estaba igual que siempre. Iluminada por sus enormes ventanas y los instrumentos resplandecientes. Las paredes pintadas de un color verde llamativo y una moqueta en el suelo que parecía sacada de Hogwarts. Allí estaba él, echo polvo, sentado en una silla de brazos cruzados. Al entrar yo por la puerta, levantó la cabeza y pude observar la tristeza que reflejaba su mirada. Me destrozó. Traté de mostrarme indiferente, como si no me importase. Puse cara de serio y caminé hacia la silla que estaba separado de la de él dos sillas más a la derecha. Puse mi mochila en la silla de la izquierda y me di cuenta que estaba al lado de esta silla donde puse mis cosas estaba su carpeta. Claudia arrastró una butaca y la puso en frente de los dos. Estaba nervioso. ¿Qué querrá decirnos? No pienso permitir que se meta de celestina. Levanté la mano.

Manuel, ¡no soy tu profesora! Puedes hablar sin necesidad de levantar la mano…-me dijo.

Pensé que tenías complejo de profesora…-respondí- En fin, me tienes intrigado pequeña cleptómana. ¿A qué viene esta encerrona? –No pude evitar sacar a flote mi carácter.

Ella suspiró y luego comenzó a hablar- Veréis, chicos he de decirlo, lo vuestro me impresionó demasiado…
No pude evitarlo, me encendí de mala manera y me levanté – ¿Quién te ha nombrado consejera del amor en Mujeres y hombres y viceversa? Si te sorprendió esa foto –miro para él y digo aunque me duela- cosa que sigo manteniendo que se trata de un malentendido –creo que ella se percató de que es mentira- te jodes porque tampoco es que tú y tu querido Eric seáis de mi agrado. Es más, he pensado en grabarles con mi iPhone a escondidas para enviarles al National Geografic cómo se reproducen una especie nueva en la faz de la tierra, me forraría a vuestra costa…Sin embargo, aquí estoy querida –lo siento mucho, pero me he quedado a gusto. -Tengo una sonrisa de oreja a oreja que no me la quita nadie. Esa es la imagen que quiero dar. Será lo mejor para todos. Todo volverá a ser como antes…

Manuel, ya hace mucho tiempo que tus comentarios no me hieren ni siquiera un poquito –eso me ha dolido- así que  siéntate y escucha lo que les tengo que decir.

Me senté, miré a Mario. Él me miró y miré a Claudia.

Ya estás tardando en decirlo, Mafalda…-le dije.

Bueno chicos, no sé por dónde empezar…-¿Qué tenía que ordenar en su mente para pensarlo? -A ver Manuel, no eres de mi agrado, pero si de verdad sientes algo por Mario, estoy obligada a contarles algo muy importante. –Entonces levanto la mano pero no me vetó al continuar hablando y me vi obligado a bajarla de nuevo- Sí, lo sé, esa foto no significa nada, es un malentendido. Pero, aprecio a Mario y veo que también lo está pasando mal, así que entre ustedes hay algo que no cuadra –no puedo evitar cruzarme de brazos. Nos mira detenidamente y parece que va a detonar como una bomba por algún motivo. Entonces por fin suelta prenda- Sé quién les sacó la fotografía y la entregó a los medios…

Mario me mira y yo a él. No puedo creer lo que están oyendo mis oídos.

¿Quién fue? –pregunto ansioso de venganza.

Fue…fue…fue Eric –dijo al fin.

El recuerdo de esa noche en el instituto de él con la tutora invadió mi mente de repente. Sonrío y no puedo evitar soltar una carcajada muy disimulada.

Mario se levantó -¿Dónde está? –dijo.

Mario, por favor, ¡no le hagas nada! –suplicó Claudia.

Agarré del brazo a Mario y le miré – Dejad que me encargue de esto. Mi estilo mola más. Se va arrepentir. Se ha metido con el tío equivocado –solté su brazo y cuando fui a coger mis cosas de la silla nuestras manos se buscaron ante la confusión. Le sonreí, pero al darme cuenta de que Claudia estaba allí aparté mi mano de la suya y me fui rápidamente.

Las chicas –y las mujeres en general- son muy predecibles. Sienten el amor de tal manera, que no son nada cuidadosas. Más de alguna vez peloteo a los profesores, así que sé tenerles controlados en este instituto. Sé lo que hace cada profesor en cada momento. Aproveché que la hora del café de la profesora y me presenté en su despacho para decirle que llevaba mal una parte del temario de la materia. Ella, me dijo que pasase y que la esperase allí sentado mientras ella iba a por su café matutino. Me las ingenié para abrir su bolso con una agilidad que ni flash hubiese conseguido y mis ojos se iluminaron con el premio: El móvil de la profesora. Tenía un iPhone también –normal que lo tenga, con el sueldazo que se gastan por enseñar a cuatro pelagatos...- Aproveché esa tecnología de Apple para hacer captura de pantalla con los mensajes que se mandaban ella y Eric y me los envié a mi móvil. Pero se me ocurrió algo mejor. Suele decirse que la venganza es un plato que se sirve frío y así iba a ser. Agregué el número de la profesora a mi agenda y luego desde el suyo envié un mensaje a Eric –contacto que figuraba en su móvil, es por ello que digo que es predecible, al menos ocúltalo que nunca se sabe en manos de quién puede caer- citándolo para esta tarde en el aula de 1º de Bachillerato. Procuré dejarlo todo como estaba y la profesora no tardó en llegar. Tuve que fingir que llevaba mal el temario, pero la recompensa vendría después.

Si hay algo con lo que Dios me ha dotado es con mi vista de lince. Soy muy observador y estando en los pasillos observo apoyado en la pared de fuera de  mi aula cómo Óscar no para de mirar a Claudia y Eric juntos mientras escucha música. Me arrepiento del gesto de bondad que tuve. Me acerqué a él –estaba apoyado justo al lado de la puerta de la clase- y no pude contenerme.

¿Necesitas que cupido lance una flecha en alguna dirección? – le dije.

¿Qué? –me preguntó.

Tengo ojos en la cara, Popeye –le rodeé con mis brazo por encima de sus hombros- Escucha a tío Manu porque no tendrás otra elección…Necesito que esto que pone la nota lo hagas y lo envíes a este número. No te arrepentirás. Cupido le arrancará la flecha del corazón de tu amada para dejar sitio a la tuya.

Espera, aquí pone: “Necesito que me des suerte para el para el partido de mañana una vez más. Hoy a  las 20:00 horas en el aula”. ¿Es una broma o qué? –Me dijo.

¡Es lo más cuerdo que he hecho! Si la quieres hazlo. Ya me lo agradecerás –quité mi brazo de su esbelta figura y antes de entrar en clase hizo que me parase por una fracción de segundo.

¿Por qué eres tan amable conmigo? –Le ignoré completamente dándome por satisfecho sabiendo que iba a enviar el mensaje.

El timbre sonó y definitivamente odio el Instituto. No paran de mirarme y susurrar. Puedo imaginar de lo que estarán hablando. Les iba a dar más de qué hablar. Corrí por el pasillo detrás de Mario y le paré.

Tienes que hacerme un favor.-Sonrió y entonces corregí- Bueno, a mí no. Si de verdad te importa Claudia, te pido que lo hagas…Por ella –recalqué.

¿De qué se trata? –me preguntó. 

Tráela al aula a las 20:00. Por favor, sé puntual –le pedí – Haz lo que sea, pero tráela.
¿Qué tramas? –volvió a preguntar.

Se trata de un regalo que tengo para ella. ¡No seas curioso! Ya lo verás también –le dije.

Al irme por mi propio camino me di cuenta de no paraban de mirarme. Estoy harto de ser el único tema de conversación de este maldito centro.

Ya había anochecido. Las 20:00 y observo cómo Eric  y la profesora llegan puntual a la cita organizada por mí. Me faltó preparar las palomitas para el show que se iba a producir a continuación. Empezaron a hablar y a acercarse un poco más, hasta el punto de que se notaba la complicidad entre ambos. Lo que necesitaba era una imagen un poco más comprometida. Estaba grabándolo todo desde mi móvil por si las moscas. Me empezaba a aburrir, así que cuando me digné a mirar al frente ya empezaban a besarse. Me aseguré de que estuviese grabando el móvil. Sí, estaba grabando. Mario y Claudia llegaron justo a tiempo para gozárselo todo. Estaban en la puerta. Ella flipando y él no paraba de mirarla.

Eric, se quedó mudo y la profesora creo que preferiría estar muerta. Yo tropecé y salí de aquella especie de cuartito que hay justo al fondo del aula. Se utilizaba como un armario para guardar las cosas imprescindibles de la clase.

¡Tranquilos, lo tengo todo grabado! –dije. Todos no paraban de mirarme atónitos- ¿Qué ocurre? ¿Nunca habéis visto a un chico saliendo del armario? Tengo los mensajitos que ellos se enviaban también.

¡No puedo creerlo! –habló Claudia al fin. Comenzó a llorar – Puedes olvidarte de que existo –le dijo a Eric- y en cuanto a usted, puede ir preparándose para la cola del paro –le dijo a la profesora. Se fue de allí antes de yo poder decir nada. Mario vino hacia mí.

¡La has hecho buena! –Me dijo- No pensé que fueses capaz de hacerle esto. ¡Tú deseo de venganza te ha cegado! Ni siquiera te ha importado hacerle daño a una persona que no tiene la culpa.

En primer lugar, él se merecía un escarmiento. Y en segundo lugar, ¡debería agradecérmelo! –alcé la voz.

¿Agradecerte el qué? ¿Qué es una cuernuda? Mañana podría ser la hazmerreír de este instituto –me dijo.

Tienes ojos, pero no ves. Óscar está coladito por ella. Y lo que he hecho hoy, lo he hecho con muy buena intención. Así tendrá el camino libre…-Me miró y puso una mirada de desconfianza- Y también por el tema de la foto.

Me has defraudado mucho, Manuel. Si esta era tu forma de solucionarlo todo, no sé qué poder esperarme de ti –esas palabras suyas me dolieron. Se fue sin ni siquiera un adiós de cortesía.

Aun así no escarmenté, pero es que necesitaba regodearme ante el culpable de mi desdicha. Me situé frente a él y frente a la profesora que parecía estar en trance, sentada en la silla del profesor y todo. No obstante Eric estaba de pie, apoyado en la esquina de dicha mesa mirando al suelo hasta que levantó su rostro hasta que nuestras miradas se cruzaron.

La próxima vez piénsatelo antes de meterte con el chico equivocado, ¿vale atleta? –le dije sin poder aguantarme una sonrisa. Me di la vuelta y pretendía irme por dónde vine hasta que formuló la pregunta del millón.

¿Por qué? ¿Por qué yo? –me dijo.

Me giré y tras observarlo acabado no pude evitar responder.

Podría hacerte a ti la misma pregunta. ¿Te suena la foto mía y de Mario en el lago? –Le espeté.

Ya supo el motivo por el que le acabo de arruinar su noviazgo con Claudia. No me da pena ninguna. Pero creo que aún me debe una explicación.

Supongo que habrá merecido la pena el dineral que te dieron por esa foto ¿no? Has perdido a tu novia y la profesora puede ser expulsada. Espero que seas fuerte porque para ti creo que se avecina un futuro demasiado negro y no hace falta ser Rapel para saberlo. Por cierto, lo tengo todo grabado. Me encargaré de pasarlo a dvd y enviárselo a los dos por vuestro aniversario, si es que tenéis, claro. -Miré a la profesora por última vez y me fui de allí.

Las palabras de Mario se me clavaron en mi mente. No pude evitar sentirme culpable. Pensé en ir a hablar con Claudia. Pero no sé dónde vive y tampoco son horas de hacer una visita.

A la mañana siguiente esperé a que óscar entrase en el instituto y cuando al fin lo vi le seguí por todo el pasillo hasta llegar a su asiento en el aula.

Me alegra mucho que confiases en mí ayer. Eso ya dice mucho de ti -¿He dicho yo eso?

Bueno, dijiste que no tenía por qué arrepentirme ¿no? –me dijo.

No puedo evitar sentirme culpable por lo que hice. Pensé que así te ayudaba a tener vía libre con Claudia –le respondí.

¿Qué hiciste? –conseguí al fin su atención dejando de buscar en su mochila el material para Historia Contemporánea.

Le demostré que Eric la engañaba con la profesora de Economía –dije rápidamente para que nadie pudiese descodificar y asumir lo que mi boca acaba de manifestar.


Su reacción fue algo comprensible. Ni siquiera preguntó. Se levantó y fue en busca de Claudia. Cuando salgo del aula, veo por el pasillo a Mario, así que trato de que me haga caso. 

¡Escúchame, por favor! Necesito que me perdones, no fue mi intención que ella saliese dañada, yo sólo pretendía ayudar –dije.

Tú ya me habías dicho que no querías saber nada de mí. Ahora soy yo el que no quiere saber nada de ti. Y ahora si me dejas, por favor, mi madre me está esperando para ir a hablar con el director -dijo serio.

Volvió la ira a mi cuerpo. ¿Recordáis cuando dije que hubo una mujer que se encargó de que mis padres se separasen? Y que mi madre se enganchó al alcohol…Pues el rostro aún lo retenía en mi  mente. Lo peor de todo es que después de tantos años la volví a ver. Estaba dándole un beso a su hijo: Mario. Se trataba de su madre. Cueste lo que cueste esa mujer debe pagar por meterse con un hombre casado y por destrozar una familia y, por consiguiente,  mi vida.

No paraba de darle vueltas a que la madre de Mario fuese la mujer que tanto ha perjudicado mi vida. Tengo una pequeña sospecha, pero no voy a formularla hasta que  pueda comprobarla. Necesitaba una ducha de agua caliente. Mientras me duchaba sentía que había alguien más allí. Que no estaba solo. Es más, incluso llegué a ver una sombra mientras terminaba de ducharme. Sobresaltado salgo de la ducha, me pongo una toalla alrededor de mi cintura  y compruebo que estoy solo. Del vapor del agua el espejo se empañó completamente. Pero contemplé rápidamente un mensaje que estaba escrito en ese espejo: “Lo sé todo”.  Sentí miedo y por unos instantes, inseguros en el lugar en el que pasaba la mayor parte de mi tiempo: Mi casa. 

2 comentarios:

  1. No te lo comenté el otro día porque no me di cuenta, pero me pareció que Manuel había rebuscado mucho la situación... en cualquier caso, me sorprendió mucho que la madre de Mario fuera precisamente la que destrozó su familia! Me gusta que dejes este suspense al final de los capítulos, te hace querer leer el siguiente!

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  2. En eso tienes razón, Manuel es muy vengativo e impulsivo, yo creo que es eso lo que caracteriza a su personaje, sobre todo conociendo sus orígenes. Y sí, yo creo que lo de la madre de Mario fue la guinda del pastel. Así que lee el 9 y no te pierdas el 10, que será un poco largo y estará narrado por los cuatro, sucederán muchas cosas. Me encanta que te deje con intriga los capítulos, esa es la intención. ^^

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