sábado, 30 de junio de 2012

Capítulo 9: "Obradoiro"



Maldita ouija. El vaso me estallado en toda la mano. Encima él único que se preocupa por mí en estos momentos es Manuel. Ha venido hasta mí y observó mi mano. Después de que contase toda esa historia de Verónica, tuvimos que hacer tiempo hasta medianoche. Mientras tanto él se ofreció a curarme las heridas de mi mano derecha y quitarme algunos cristales que tengo incrustados en ella.


No podía mirarle, estoy demasiado cabreado con él. No puedo creer que negase el beso ante todo el mundo mientras yo estaba dispuesto a dar la cara. Es a mí a quién perjudica más todo este asunto. Claudia le habrá perdonado lo de aquella noche, pero a mí me pareció que miró más por su interés sin pensar en que alguien más podía salir dañado, así que por mi parte el rencor sigue ahí. Pero no es eso lo que más me duele. Me duele el hecho de que para él enfrentarse al día a día no es nada, para él nada ha cambiado, sigue  igual que antes. Yo, por el contrario, no puedo quitármelo del pensamiento y, por supuesto, de mi corazón. Parecerá una cursilada, sólo ha sido un beso, pero nunca había sentido esto que siento por alguien de mi mismo sexo. Sé que dentro de él hay algo de bondad bajo esa fachada suya. Pero es tan impulsivo que no medita sus acciones.

Vino con una especie de neceser y me tomó la mano. Ni siquiera me miraba él tampoco. Únicamente observaba mi mano. Sí, le miré a pesar de estar disgustado con él. No pude evitar fijarme en lo bien que se ve cuando está concentrado y no dice ninguno de sus comentarios defensivos o irónicos. Me pregunto si para él ese beso significaría lo mismo que para mí.

Vale. Necesito que me digas si te duele cuando te toque ¿de acuerdo? Es para saber si tienes un cristal en esa zona incrustado –me dijo sin mirarme tampoco. Estaba más pendiente del neceser que de mí. Yo asentí –supongo que eso si lo vería porque no me preguntó de nuevo.

Con el dedo pulgar empezó a presionarme zonas de la mano. No sentía nada. ¡Auch! Ahora sí. Entonces sacó del neceser una pinza de las cejas.

Por mucho que te duela, por favor, no retires la mano porque si no el cristal se te quedará ahí dentro –me explicó. Ni que fuera idiota…

No podía comportarme como si pudiese olvidar ese beso, así que saqué el valor del lugar donde lo tenía escondido y puse las cartas sobre la mesa.
¿Me quieres? –le pregunté.

De pronto haló con la pinza un cristal de mi mano.
¡Ay! ¡Duele! ¡Joder! –Grité.

¿Te responde eso a tu pregunta? –dijo sonriéndome y sin apartar su mirada de mí y mi llantina de niño chico.- ¿A qué viene esa pregunta?

Todos los días actúas cómo si no significara nada para ti. Estaba dispuesto a dar la cara por ti ¿sabes? Yo salgo más perjudicado con esto que tú y me dices que no soportas a un grupito de paparazis en tu casa…Creo que hay algo que se me escapa de las manos –le solté en ese justo momento,  estaba indignado.

Te voy a decir una cosa. Y no es por echarme flores ni nada, pero hay que tener valor para hacer lo que yo hago. Si de verdad me conocieras, verías el dolor de mis ojos mientras los demás ven la sonrisa de mi cara. ¿O qué? Cómo Manuel no llora por las esquinas o se muestra afligido y  decaído ya significa que me importa un bledo todo, pues no. Aquí donde me ves, estoy aguantándome las ganas de besarte, pero…-dijo hasta que le interrumpí sorprendiéndole con beso que él me correspondió. Lo que no me esperaba es que repentinamente yo recibiera un puñetazo por su parte.
Pero, ¿a qué viene esto? –le pregunté.

Te lo merecías por dos motivos: Primero, por enfadarte conmigo por lo de Eric. Y segundo, por tardar en besarme de nuevo – me dijo- Ahora vamos a continuar quitándote esos cristales.
Sabes, te echaba de menos. Me alegra que ahora estemos bien…-dije.

Bueno, que te haya perdonado no quiere decir que estemos reconciliados ¿no? Tú enfado te va a costar un poquito caro –comentó sonriente. No pude contenerme las ganas de sonreír yo también. Mientras me quitaba otro cristal, con la otra mano le toqué el muslo. Él sin embargo, ignoró mi contacto y siguió en lo suyo.

Ya iban a ser los doce de la noche cuando Claudia, Óscar, Manuel y yo subimos al cuarto de baño para probar a contactar con Verónica ante el espejo. Cerramos la puerta, apagamos la luz y encendimos dos velas que pusimos en los extremos del lavamanos. Óscar se situó frente al espejo y nosotros justo detrás de él. Claudia detrás de él y Manuel y yo a cada uno de sus lados. Esperamos a que fuesen las 00:00 horas y comenzamos juntos a decir en voz alta “Verónica” doce veces. No me explico cómo de repente las luces se encendieron y comenzaron a parpadear. Al apagarse,  otra vez, se apagaron las velas. Suspirábamos, no sabíamos qué estaba sucediendo. Pero las velas volvieron a encenderse y para nuestro asombro en el espejo estaba reflejada  una chica de pelo negro oscuro, piel pálida, ojos negros como los de un perro y bordeados por sangre que se derramaba como lágrimas y tenía un lunar  en la parte superior del labio, por la izquierda. Claudia gritó e inmediatamente Manuel le tapó la boca con su mano. Yo, que compartía el mismo temor que ella, puse mi mano sobre el hombro de Óscar, Manuel hizo lo mismo y me sentí satisfecho al ver que Claudia al calmarse tomó a Óscar de la mano.

Verónica, te hemos invocado porque queremos saber si conoces un diario que ha dado mucho revuelo en…- Comenzó a decir óscar cuando el espectro no le dejó acabar.

Queréis saber si sé quién escribió el diario que últimamente ha sido el motivo de vuestras desdichas,  ¿cierto? –Oí decir al espectro a pesar de que no movía sus labios para expresarse. Óscar asintió.-Los fantasmas como yo perpetuados a una dura y eterna muerte de vagancia por un mundo que deberían haber dejado atrás vemos muchas cosas. Sí, sé quién escribió de su puño y letra cada una de las líneas que figuran en ese diario.

Por favor Verónica, dinos de quién se trata…-le rogó Óscar.

No puedo hacer eso. El ojo humano no alcanza a estar en tantos lugares como para averiguar de quién se trata. Los míos lo consiguieron una vez topada con la propia muerte. No obstante, he de decir, que su dueño está atrapado en la juventud eterna, pero no es el único poder  que posee –dijo.
¿A qué te refieres? Explícate, por favor –le pidió Óscar.

También tiene el don de estar allí dónde quiere, aunque no siempre lo utiliza. Sabe ser prudente en condiciones extremas. Tened cuidado en quién confiáis, las personas más cercanas guardan unos terribles secretos. Precaución muchachos, precaución –Prestad atención a la mínima pista que os pueda inducir hasta  el origen de ese diario. Su dueño se hace más fuerte cuando más débiles son las personas que averiguan de quién se trata, pero desde que se vea amenazado, la matanza comenzará. Lo único que podrá destruirle para siempre es el sentimiento del que los humanos abusan o que en ocasiones carecen: El amor. Sólo su enamorado podrá ser su verdugo y guía hasta la otra vida.

Verónica, necesito que me digas si…-empezó a formular Óscar justo en el momento en  que el fantasma de la chica esboza  una leve risa y desaparece dejando el baño iluminado.

Cuando la luz se encendió, las velas se apagaron y el aseo estaba todo salpicado de sangre en las paredes y en el espejo apareció escrito: “Obradoiro”.

Después de encargarnos de limpiar el estropicio nos reunimos en el salón con unas mantas y nos pusimos a tratar de averiguar qué quiso decirnos Verónica.

¿Ustedes no intuyeron que ella estaba dando a entender que nosotros conocíamos a esa persona? –Se atrevió a preguntar Claudia.

¡Claro que tenemos que conocerla! Si se supone que es joven y su diario estaba en nuestro instituto eso quería decir que se trata de alguien que estudia ahí –dijo Óscar.

¡Qué triste! Consigue ser joven eternamente, pero a saber cuántos siglos lleva ahí estudiando para sacarse el título de Bachillerato…-Soltó Manuel. Todos le miramos.- ¿Qué pasa? ¿Vais a reprimir también mis pensamientos? ¡Esto no pasaba ni con Franco! –Seguíamos mirándole- De acuerdo, me callo.

Deberíamos quedar una tarde y analizar el diario para saber qué otros poderes tiene esa persona y saber cómo enfrentarnos a ella. Necesitaremos encontrarla –propuse.

“Obradoiro”. No se me iba esa palabra de la mente. No sé de qué, pero me resultaba familiar. Tomé el móvil de Manuel prestado, me introduje en el Google e hice una búsqueda con ella a ver qué resultados salían.

Chicos, ya decía yo que esa palabra del espejo me resultaba familiar…Es un aplaza de Santiago de Compostela, la Plaza del Obradoiro –les comuniqué.

Esperad, mañana hay en esa plaza la fiesta de los fundadores de La Roseta –intervino Manuel.

¿Creéis que Verónica nos está indicando que deberíamos ir? –Preguntó Claudia.

¿Y si tal vez la persona del diario asiste a esa fiesta? – Preguntó Óscar –Claro, si realmente es una persona que ha vivido siglos con su apariencia de adolescente resulta lógico que vaya a la fiesta de los fundadores de La Roseta, a lo mejor y alguna de las familias fundadoras es la suya…

Tenemos que ir –dije.

¿Y cómo sabremos de quién se trata? –preguntó Claudia.

¡No os lo vais a creer chicos! –exclamó Manuel.

¿Qué sucede? –Preguntó Óscar.

¿A que no adivináis cuál es una de las familias fundadores más antiguas de La Roseta? –Formuló Manuel mirando su móvil- Agarraos porque ahí va. Nada más y nada menos que la familia de Eric.

Nos quedamos atónitos. ¿Y si se trataba de él? Teníamos que ir a esa fiesta como diera lugar.

Chicos, mañana iremos a esa fiesta. No perderemos de vista a Eric –dijo Óscar.

¿Y si no se trata de él? – Le defendió Claudia.

Pero no podemos descartarlo Claudia. Tenemos el antecedente de que sacó la foto de la noche en el bosque y todavía no se ha explicado de cómo llegó allí. Y ahora para colmo, su familia es una de las familias fundadoras. Es el primer sospechoso que tenemos. Si Verónica quiere que vayamos allí, iremos y correremos con las consecuencias –se atrevió óscar a decir.

¿Figura alguna familia fundadora más conocida ahí en internet? –Le pregunté a Manuel.

No. Las demás no son muy relevantes a mi parecer o por lo menos que esté vinculadas a nosotros –dijo.
Pues nada, a la fiesta de los fundadores se ha dicho –expresó Óscar.

A la mañana siguiente, estábamos todos preparándonos para un largo viaje de coche hasta Santiago de Compostela. Los chicos todos íbamos trajeados, de smoking. Manuel llevaba uno negro con un chaleco color vino con unos estampados de unas flores doradas bien disimuladas por encima de la camisa de botones blanca que llevaba, además de un tupé que parecía hecho en una peluquería. óscar llevaba un peinado efecto húmedo en su pelo castaño y que no parecía peinado, pero su color de smoking era gris, resaltando el color de sus ojos claros. Mientras que el mío era beige –parecía de boda-  y en cuanto a mi peinado, decidí hacerme un alisado a plancha a lo Justin Bieber, el peinado del momento.

Estábamos impacientes por emprender el viaje, pero necesitábamos esperar a la chica del grupo. Después de mirar varias veces el reloj y caminar como locos por el salón, Claudia apareció con un vestido lila con detalles dorados, el pelo rizado y unos zapatos dorados. Estaba deslumbrante.

¿Se van a quedar ahí pasmados o nos vamos directos a Santiago de Compostela? –Ordenó.

Óscar se acercó a ella y juntos del brazo fueron directos al coche.

Oye, entonces entre nosotros, ¿todo bien? - le pregunté a Manuel.

Perdonado, pero no olvidado-Me respondió  Manuel.

Aceptó ir del brazo conmigo hasta el coche. Los planes para hoy era desenmascarar al dueño del diario en la celebración, así que salimos de mi casa de campo rumbo a la fiesta de los fundadores en Santiago de Compostela.

2 comentarios:

  1. Me has sorprendido con lo de Eric. No me había fijado en que él pudiese haber estado relacionado con esto, aunque quizá es demasiado 'perfecto' para ser el sospechoso: acciones sin explicación, no haberse justificado en ningún momento... Aunque claro, quién sabe, igual se descubre algo en la fiesta de los fundadores...

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  2. Espero que te guste el 10, que traté de hacerlo lo más interesante posible. ^^

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